Moose, con una bala alojada en su pulmón, estaba destinada a ser sacrificada antes de que Mickey se encontrara con su historia. Con solo una perrera adicional disponible, a Moose se le otorgó un día adicional, lo que finalmente condujo a su rescate. Mickey solicitó adoptar a Moose y la recogió en Virginia después de que fuera transportada desde Texas.
Al llegar a su nuevo hogar, Moose estaba nerviosa pero rápidamente se acostumbró a Mickey y a su nuevo entorno. Sorprendentemente, Moose parecía haber tenido un dueño anterior, ya que estaba completamente entrenada para hacer sus necesidades y conocía el comando “soltar”. A pesar de ser etiquetada como un caso de “eutanasia conductual”, el único problema señalado de Moose era ladrar a otro perro.
Mickey está agradecida de que Moose esté a salvo, pero entristecida por la cantidad de maravillosos perros que son sacrificados cada año debido a la falta de espacio o a problemas de comportamiento percibidos. La historia de Moose es un testimonio de la importancia de dar a los animales una segunda oportunidad y no juzgarlos en función de su raza o experiencias pasadas.