Cuando los dueños abandonan a sus perros, es como si les rompieran el corazón en mil pedazos. Un perro, abandonado al costado de una carretera desierta, de repente se encuentra perdido y desesperado, incapaz de entender por qué los humanos que una vez le prometieron amor y protección lo han traicionado tan cruelmente.
Sin comida, sin agua, yace sobre la hierba alta, con el cuerpo debilitado y los ojos llenos de tristeza y traición.
Pero justo cuando parece que todo está perdido llega un ángel de la guarda, un ser humano que ve el dolor en su mirada y decide actuar. Lo toma en brazos, le ofrece consuelo y seguridad, le promete un futuro mejor.
Un hombre llamado David viajaba por una carretera solitaria en su motocicleta cuando notó algo desgarrador: un cachorro abandonado tirado al costado de la carretera. Sin dudarlo, se detuvo y salió para ayudar al pequeño. El cachorro parecía exhausto, asustado y gravemente desnutrido.
Al pasar un tiempo con él, el cachorro, más tarde llamado Sandy, mostró signos de alegría, levantándose y moviendo la cola.
El niño le dio de comer y, como no podía llevarlo al veterinario en moto, esperó a que alguien parara para ofrecerle llevar. Después de un rato, un amable automovilista se detuvo y accedió a llevarlos a la clínica, donde se les unió la novia de David, Valentina.
Luego de diversas pruebas, a Sandy le diagnosticaron Leishmaniasis, una enfermedad que requería tratamientos costosos e inciertos. Sin embargo, Davide y Valentina decidieron no abandonar a Sandy, comprometiéndose a tratarla y recuperar su salud.
Dos meses después de rescatar a Sandy, la pareja adoptó otro cachorro, dándole a Sandy un compañero de juego y de vida.
Esta nueva amiga trajo aún más alegría a la vida de Sandy, ayudándola a superar obstáculos y recuperar su vitalidad. La perra, ahora rodeada del amor y el cuidado de su familia, vive una vida feliz y plena.